Autora: Ana Mª Quirantes Moreno
Érase una vez una princesa que se llamaba Malena. Todos la conocían como,”Ricitos de Oro”. Un día”Ricitos de Oro” paseaba por el bosque cuando se le hizo de noche. Caminando, caminando, llegó a una casita, se metió dentro de ella y allí encontró a un hombre que no era más que el rey disfrazado de cazador.
El rey que se había enterado de que la princesa se casaría con su hijo, escribió una carta que decía:”mata a la persona que te entregue esta carta”. Y le dijo a “Ricitos de Oro”que si podía llevar la carta a la reina. Ella como era buena, hizo caso y la llevó.
De camino a palacio se paró a dormir en una posada. Allí vivía una mujer de buen corazón y muy cotilla. Cuando estaba durmiendo, la mujer abrió la carta, al verla le dio pena y la cambió por otra carta que decía: “Casa con el príncipe a quien te entregue esta carta”.
Llegó a palacio y entregó la carta. Cuando la leyó la reina, hizo llamar a su hijo. La princesa al verlo se enamoró y el príncipe también. Todos creían que ese era el deseo del rey y así se casaron. Al poco tiempo vino el rey y al saber que se habían casado se quedó con un palmo de narices. El príncipe y “Ricitos de Oro”fueron felices y comieron patatas fritas.